Blogia
Bitacora de Vuelo del Capitan S.

Poesias

No Se Equivoca El Hombre

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas;
se equivoca el que por temor a equivocarse, no camina.
No se equivoca el hombre que busca la verdad y no la encuentra;
se equivoca el que, por temor a errar, deja de buscarla.
No se equivoca el hombre que expresa lo que siente y es rechazado;
se equivoca el que por miedo a decir lo que siente deja de expresar su amor a otra persona.
No se equivoca el hombre que comienza a cambiar dando pequeños pasos;
se equivoca el que por tratar de dar un giro total a su vida, nunca da el primer paso que inicia el camino que lo llevara a dar la vuelta al mundo.

El juego de las Escondidas

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y cualidades de los hombres...
 
Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por primera vez, la LOCURA, (como siempre tan loca), les propuso: “Vamos a jugar a las escondidas?”. La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó: “A las escondidas y... Cómo es eso?”. “Es un juego”, explicó la LOCURA, “en al que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde 1 hasta 1.000.000, mientras Uds. se esconden. Cuando haya terminado de contar, los empiezo a buscar a uno por uno y el primero de Uds. que encuentre, ocupa mi lugar para continuar el juego.”
 
El ENTUSIASMO bailó secundado por la EUFORIA. La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA e incluso a la APATÍA, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar... La VERDAD prefirió no esconderse, “Para qué?, si al final siempre la hallaban. La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto, (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiera sido de ella), y la COBARDIA prefirió no arriesgarse...
 
“1, 2, 3...”, comenzó a contar la LOCURA... La primera en esconderse fue la PEREZA que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La FE subió al cielo, y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO que, con su propio esfuerzo, había logrado subir a la copa del árbol más alto. La GENEROSIDAD no alcanzaba a esconderse porque cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para algunos de sus amigos: un lago cristalino, ideal para la BELLEZA, la hendida de un árbol, perfecto para la TIMIDEZ, el vuelo de una mariposa, lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD, una ráfaga de viento, magnífica para la LIBERTAD... Así terminó por ocultarse en un rayito de sol. El EGOÍSMO, en cambio, encontró desde el principio un sitio muy bueno, ventilado, cómodo, pero por supuesto, sólo para él. La MENTIRA se escondió en el fondo del océano (mentira, en realidad, se escondió detrás del arco iris), y la PASIÓN y el DESEO, en el centro de los volcanes. El OLVIDO... se me olvidó donde se escondió, pero eso no es lo importante...
 
Cuando la LOCURA contaba 999.999, el AMOR aún no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y enternecido, decidió esconderse entre sus flores... “1.000.000”, contó la LOCURA y comenzó a buscar...
 
La primera en aparecer fue la PEREZA, sólo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó a la FE discutiendo con Dios en el cielo, y a la PASIÓN y el DESEO, los sintió en el vibrar de los volcanes. En su descuido encontró a la ENVIDIA y pudo deducir donde estaba el TRIUNFO. Al EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo... él solito salió disparado de su escondite que resultó ser un nido de avispas. De tanto caminar, la LOCURA sintió sed y, al acercarse al lago, descubrió a la BELLEZA. Con la DUDA resultó más fácil todavía, sin decidirse aún de qué lado esconderse... Así fue encontrando a todos. El TALENTO entre la hierba fresca, a la ANGUSTIA en una oscura cueva, a la MENTIRA detrás del arco iris (mentira... si estaba en el fondo del océano), y hasta el OLVIDO, que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas. Sólo el AMOR no aparecía por ningún sitio... La LOCURA lo buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y las rosas, tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito de escuchó... Las espinas habían herido en los ojos al AMOR. La LOCURA no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró y hasta prometió ser su lazarillo...
 
DESDE ENTONCES, DESDE QUE POR PRIMERA VEZ SE JUGÓ A LAS ESCONDIDAS EN LA TIERRA, EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA...

Tripulante Morocha Dijo:

Si abro los ojos y miro las estrellas, encuentro en cada una un sueño olvidado… cuántas veces… en cuantas noches tristes dejamos volar nuestros pensamientos mirando hacia el cielo… mirando todas y cada una de aquellas estrellas como si representaran hasta el más profundo de nuestros anhelos… y nos quedamos paralizados por tanta hermosura, pensando qué lejos están aquellos sueños… tan lejos como lo están las estrellas. Entonces nos preguntamos… ¿para que soñar? Si todo es tan complejo, y nos absorbe tantas energías, si parece que nunca llegamos a la meta deseada, si más de una vez nos llevamos una gran desilusión que nos lastima el alma y nos endurece el corazón… si a fin de cuentas muchas veces terminamos cansados de tanto andar mientras el resto del mudo no nota nuestra existencia… nuestra lucha… ¿para qué después de todo, soñar? Es difícil encontrar una sola respuesta y que sea acertada, porque es imposible definir la felicidad, pero podríamos decir que a pesar de todo, vale la pena seguir siendo soñadores porque es esto lo que nos mantiene vivos, porque la felicidad está con los que lloran o han llorado, con aquellos que están dolidos, con aquellos que han buscado y lo siguen haciendo, con aquellos que intentan cada día algo mejor… porque a fin de cuentas, sólo ellos pueden apreciar la importancia y el valor de los verdaderos regalos que nos da a veces la vida… cosas que parecen tontas… insignificantes, pero cosas por las cuales nuestro capitán daría cualquier cosa… un abrazo, un beso, una mirada… pero no debe estar triste porque después de tanto andar… y tantas noches mirando las estrellas soñando con universos lejanos… quizás descubra que se esta acercando a la meta, quizás descubra que a fin de cuentas las estrellas no estaban tan lejos o al menos no tan lejos como parecía… porque él es de los que buscaron y siguen intentando, de los que creen que soñar con aquellos universos lejanos vale la pena… y quizás pronto pueda abrir los ojos… mirar las estrellas y sonreír, feliz al menos de saber que la primera parte del viaje está completa y de saber que la segunda no la emprenderá sólo…

Pablo Neruda

Poema Nº 20
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero talvez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos los últimos versos que yo le escribo.