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Bitacora de Vuelo del Capitan S.

Tripulante Morocha Dijo:

Acabo de leer el último relato de nuestro capitán, y automáticamente se me vino a la mente un breve episodio en mi vida, que aunque fue muy breve, me marco para siempre, y aún hoy, 13 años después no puedo dejar de recordarlo. Yo estaba en 5to grado, era chica e inmadura, y la verdad es que vivía para el colegio porque era muy aplicada y estudiosa. Tenía una maestra que se llamaba Lucía aunque le decíamos seño todo el tiempo… seño de acá, seño de allá: -seño, ¿podemos salir al recreo? Seño, déle, ¿podemos leer otro cuento? Y ella siempre decía bueno, esta bien… porque hoy trabajaron mucho. Muchas veces eso era mentira, muchas veces no nos portábamos bien, imagínense 40 mujeres juntas en un aula, pero ella siempre trataba de mimarnos… darnos los gustos… y la adorábamos y llegamos a amar lengua, su materia, porque era realmente un disfrute continuo. Un día como cualquier otro, entro al aula con su guardapolvo blanco, pero su mirada estaba distinta… había mucha tristeza en sus ojos… y así fue como nos contó que se iba del país. Nos contó muchas cosas, como que su marido no tenía trabajo, y que tenían dos hijos, y que su sueldo de maestra en Argentina era tan poco que nos les alcanzaba para nada. Y luego de haberlo pensado mucho, decidieron que podrían tener una oportunidad en Estados Unidos. Primero, lloramos… pero después que había pasado el primer golpe por la noticia, yo al menos, me enoje muchísimo… ¿cómo se iba a ir? ¿Cómo nos iba a dejar para irse a otro país donde no conocía a nadie y en donde jamás podría ejercer como maestra? Y entonces hice lo que todos hacen cuando se enojan, la juzgué, sin poder llegar a entender con mis pocos años de edad, lo que la llevaba a tomar tal decisión. Estaba dolida, y para sentirlo menos, me hice la enojada… y la traté lo peor que pude hasta que el último día que iba a estar con nosotras, apareció con el texto que adjunto al final de este relato, y nos habló desde el corazón… jamás pude olvidar sus palabras: “Chicas, hoy es mi último día en el colegio, y mañana en la Argentina, sé que muchas de ustedes están enojadas, y que no llegan a entenderme en este momento, pero quiero que sepan que siempre las voy a llevar en mi corazón, a todas y cada una de mis alumnas de 5to A. Siempre es difícil tomar decisiones en la vida, pero lamentablemente son necesarias para seguir adelante y no quedarse estancado en el pasado, o en el presente… es verdad que a veces es muy doloroso partir, pero no nos olvidemos que a veces partimos para poder volver…las quiero mucho y jamás las voy a olvidar, no hay distancias que me separen de lo que llevo en mi corazón”
 
Mientras escribo sus palabras, se me pone la piel de gallina con tan sólo recordar esa frase… “a veces partimos para poder volver”. Se me pasó el enojo y le escribí muchas cartas y me las respondió todas, me contaba que estaba feliz y que las cosas salían muy bien. Luego, el tiempo y los años hicieron que perdiera el contacto, pero hace un tiempo me llegaron noticias de que tenía una cadena de panaderías y confiterías… parece ser que los norteamericanos no pueden resistirse a las delicias argentinas. No se como estará, o como se sentirá allá, pero creo que la primera parte del plan salió bien…
 
Ustedes se preguntaran a que viene todo esto… es que al leer el relato del capitán S. no pude dejar de pensar en como hemos luchado desde que nos conocemos por encontrar un camino común que nos lleve al mismo lugar y ya no nos separe… y también pienso como él, en lo difícil que es tomar decisiones en la vida… porque nos alejamos de los que amamos, de lo nuestro… pero entonces recuerdo la frase de la maestra Lucia: “a veces partimos para poder volver” No creo que a los 10 años la entendí, pero ahora puedo darle otro sentido. A veces partimos para crecer, para probar, para madurar y entender como funciona el mundo, y si, es doloroso, porque crecer es doloroso, porque siempre hay algo que dejar, pero también algo nuevo por vivir… lo importante es sentirnos tranquilos en nuestros corazones que al menos vale la pena intentarlo, vale la pena seguir, porque a fin de cuentas hemos comprobado, el capitán y yo, que no hay distancias que puedan separarnos de los que mas amamos, y que siempre hay un camino de encuentro, y siempre hay uno de retorno…así que capitán, avancemos pensando en nuestro presente, ya que según lo creo, nos toca ahora algo hermoso por vivir…
 
El presente, el momento que estamos viviendo, es muy breve; no lo dejemos pasar sin sentirlo.
No existe un día más hermoso que el día de hoy
La suma de muchísimos ayeres forma mi pasado.
Mi pasado se compone de recuerdos alegres..., tristes...
Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra.
El día de ayer pudo haber sido un hermoso día...
Pero no puedo avanzar mirando constantemente hacia atrás.
Corro el riesgo de no ver los rostros de los que marchan a mi lado.
Acaso el día de mañana amanezca aún más hermoso...
Pero no puedo avanzar mirando sólo el horizonte. Corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mi alrededor.
Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza, gozar su sol o estremecerme con su frío, sentir como cada instante me dice: Presente!
Sé que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego ni pasarlo en limpio...
Como tampoco puedo planificar demasiado el día de mañana: el un lugar que todavía no existe.
Ayer, fui. Mañana seré. Hoy, soy.
Por eso, hoy te digo que te quiero...
hoy te escucho...
hoy te pido disculpas por mis errores...
hoy te ayudo...
hoy comparto lo que tengo...
hoy me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana...
Porque hoy respiro, transpiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo...
Hoy.
Hoy estoy vivo.
Como tú.

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